sábado, 3 de julio de 2010
El ataque de las hormigas voladoras
Ocurre muchas noches estivales. Aquellas en las que la humedad las hace insoportables. Aquellas en las que huele a mojado y el bochorno se apodera del ambiente. Sucede en una terrible rutina que se repite desesperadamente como si de un ritual sectario se tratase: decenas de hormigas voladoras visitan mi habitación buscando ansiosas un foco de luz al que arrimarse. Se golpean una y otra vez contra la pantalla encendida de mi portátil como si de un castigo se tratase; algo similar a una flagelación. Pero realmente son luchadoras infatigables: Aunque no sé muy bien cual, persiguen un objetivo concreto. Estoy seguro. Y es que, podrían parecer estúpidas; pero si lo pensamos friamente no mucho se diferencia este comportamiento a determinados comportamientos humanos: ¿Quién no se ha chocado veces y veces con el mismo muro? ¿Quién no lo ha hecho aún a sabiendas de que sólo iba a obtener rechazo y más rechazo?
No son estúpidas. Quizá sí terriblemente rutinarias; como el ser humano.
Admiro a las hormigas. Admiro su sociedad estructurada: indagando un poco, he aprendido que las hormigas con alas no son sino una casta bien diferenciada dentro de la misma especie de hormigas (!Yo que pensaba que eran otra especie!). Son los machos cuyo único objetivo es fecundar a las reinas (Sí, reinas, en plural. Las hormigas, a diferencia de las abejas, no son 'monoteístas': varias de ellas toman el rol de reina). La misión de éstas es clara: consiste en prestar el vergel que representan sus 'úteros' para así garantizar la continuidad de la especie.
Las hormigas más visibles, las obreras, son todas hembras y su objetivo es alimentar y asegurar la manutención de sus reinas. Todas tienen una función inamovible sin preguntarse por qué lo hacen o por qué lo dejan de hacer. Cada una está programada para una función determinada y lo llevan a rajatabla. Son una sociedad cuadriculada, sí, pero si la ministra Aído pudiera, sentaría unas bases de igualdad, respeto y tolerancia que no cumplen. Nuestra sociedad es bastante diferente, pero sí se encuentran similitudes:
En cuanto a las obreras, las más numerosas, podrían ser esa gran masa de curritos; hombres y mujeres, que nos dedicamos a levantar el país de la misma manera que las audiencias de los partidos de la selección o del tan criticado 'Sálvame' (para regocijo de 'Telecirco' y sus accionistas mayoritarios).
Las reinas, podrían ser ese tipo de personas; hombres y mujeres, que se autodeterminan elegantes, pero que realmente representan una clara definición de la palabra embaucador. De diccionario. Ese tipo de gente que sabe decir la palabra justa en el momento justo. De forma sutil, muy sutil. Para así lograr sus objetivos personales y satisfacer sus necesidades. Ese tipo de seres humanos que a veces se olvidan de que el resto somos precisamente eso: seres humanos.
En cuanto a mis visitantes nocturnos; esos sementales con alas podrían ser cualquier chulo piscinas genéticamente agraciado; cruzando los dedos para que sus vástagos sólo hereden precisamente esa genética; ni más ni menos.
Sigo intrigado en por qué se autocastigan golpeándose contra cada foco de luz que ven mientras les agarro suavemente de las alas para invitarles a abandonar mi cuarto. Y sigo intrigado en por qué yo mismo me autocastigo cuando me invitan a abandonar una habitación a la que ya no tiene sentido volver.
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