viernes, 16 de agosto de 2013

Gente

- Gente que busca gente que busca a gente. En un agónico laberinto casi nunca coincidente.
- Gente que busca gente que colecciona gente. En un incesante juego de ajedrez casi siempre intrascendente.
- Gente que busca gente que consume gente: siempre al acecho. Persiguiendo un deseo de plenitud constantemente insatisfecho.
- Gente que busca gente que deshumaniza gente. En un lamentable juego de rol que resulta deprimente.
- Gente que busca a gente que utiliza gente. En un constante vaivén cuanto menos indecente.
- Gente que utiliza a gente que busca gente. Con sutiles dosis de engaño como principal ingrediente.
Nada nuevo bajo el sol: Lo mismo de siempre.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Tu valor de pi


- ¿Y cuál es el valor de pi?
- No lo sé...
- ¿Cómo que no lo sabes? !Estudias matemáticas!
- ¿Y eso qué importa? !Ni lo sé yo ni lo sabe nadie!
- ¿Cómo dices?
- Lo que oyes, que nadie es capaz de determinarlo con certeza.
- Pero si el valor de pi es 3´14.
- El número pi es un número irracional.
- ...¿Qué quieres decir con eso?
- Que no es racional
- ¿Me estás vacilando?
- No, claro que no. A alguien como tú jamás...
- Explícate entonces.
- Un número es racional si se puede expresar en forma de fracción.
- Déjame que piense....Entonces pi no debería poderse.
- Eso es.
- !Pero sí que se puede!.
- ¿Ah sí? Si eres tan amable, dime como. A mi y a toda la comunidad matemática.
- Si yo multiplico a pi por 10 en el numerador y lo divido entre 10 en el denominador, obtengo pi y consigo expresarlo en forma de fracción.
- !Qué listillo! Pero la culpa es mía. Te defino formalmente lo que es un número racional: Sea a un número que pertenece a los Q (racionales), entonces existen dos números b y c que pertenecen a los Z (enteros) tales que a=b/c.
- Sigo sin ver el error.
- Pues es bastante obvio: tu numerador (10 multiplicado por pi) no pertenece a los Z (enteros)
- Hmmm. Entiendo. Entonces...¿Por qué nos enseñan que el valor de pi es 3`14?
- Digamos que es una mera aproximación. El ser humano necesita referentes, algo tangible en lo que basarse.
- !Pues qué decepción! !Llevo toda la vida equivocado!.


- ¿Sabes?
- ¿Qué? ¿Qué sé?
- Digamos que contigo me pasa lo mismo que a ti con el número pi.
- ¿El qué? ¿A mi tampoco me puedes expresar en forma de fracción?
- !No seas gracioso!
- ¿Entonces?
- Quiero decir que, en su momento te 'aproximé' dándote un determinado valor. Muy alejado de tu valor real. Te multipliqué por 10, para luego dividirte nuevamente por ese mismo número. ¿Y total para qué? Si a ti te daba lo mismo.... Durante ese proceso vino la decepción primero y después la asimilación de que llevaba equivocado todo este tiempo.


- Vaya. Cuánto lo siento...
- Créeme: Más lo siento yo.

sábado, 21 de agosto de 2010

Mis cuentos infantiles


Antes, mucho tiempo atrás, a J le bastaba una caja de ceras Manley para rellenar su espacio vital. Porque antes, cuando era un niño, una simple ecuación de primer grado suponía un reto tal que hacía que J pasara toda la tarde totalmente despreocupado del mundo que le rodeaba. Su mente conseguía evadirse felizmente viendo como la protagonista de su serie favorita, Punky Brewster, se colocaba sus Converse de colores vivos; uno distinto en cada pie.
Pero J, al igual que Punky, creció irremediablemente y entonces se dió cuenta de que la vida tenía una buena preparada para él. Pronto aprendió a aprender. Se dió cuenta de que su pequeño mundo se ampliaba a marchas forzadas. Sus relaciones sociales iban más allá de las 8 de la tarde y su cabeza se había convertido en una verdadera pajarería. Fue entonces cuando se dió cuenta de que las piruletas giratorias en forma de espiral que Charlie veía en su clandestina fábrica de chocolate no era sino el resultado de mezclar un poco de ron-cola con otro poco de vodka-naranja. Que Cenicienta acabó tirando el mocho por la ventana pensando con sus cuarteadas manos en un principe idealizado que jamás llegó para besarla. Que Blancanieves se rodeó de tanto crío porque en los años veinte la píldora del día después era mera utopía. Que la estela polvorienta de color blanco que rodeaba a Campanilla provocaba la adicción y posterior muerte de miles de personas. Que Jonh Smith no sólo introdujo a su concubina Pocahontas en Europa, sino también una nueva enfermedad vírica de transmisión sexual aún desconocida en el viejo continente. Que Alicia no se metió en la madriguera de ningún conejo; sino que disfrutaba cuando otros penetraban en el suyo propio. Que Úrsula, la mala de La Sirenita, respondía a un patrón psicológico misteriosamente muy similar al de muchas personas que se paseaban por tu vida. Y que Merlín lo único que tenía de mago era aquello de: 'Te echo unos polvos y desaparezco'.
Y es que, de haber sabido como cambiaba el cuento, J se hubiera quedado intentando darle uso a la jodida cera de color blanco tras decidir, como Peter Pan, no hacerse nunca mayor.

sábado, 3 de julio de 2010

El ataque de las hormigas voladoras



Ocurre muchas noches estivales. Aquellas en las que la humedad las hace insoportables. Aquellas en las que huele a mojado y el bochorno se apodera del ambiente. Sucede en una terrible rutina que se repite desesperadamente como si de un ritual sectario se tratase: decenas de hormigas voladoras visitan mi habitación buscando ansiosas un foco de luz al que arrimarse. Se golpean una y otra vez contra la pantalla encendida de mi portátil como si de un castigo se tratase; algo similar a una flagelación. Pero realmente son luchadoras infatigables: Aunque no sé muy bien cual, persiguen un objetivo concreto. Estoy seguro. Y es que, podrían parecer estúpidas; pero si lo pensamos friamente no mucho se diferencia este comportamiento a determinados comportamientos humanos: ¿Quién no se ha chocado veces y veces con el mismo muro? ¿Quién no lo ha hecho aún a sabiendas de que sólo iba a obtener rechazo y más rechazo?
No son estúpidas. Quizá sí terriblemente rutinarias; como el ser humano.
Admiro a las hormigas. Admiro su sociedad estructurada: indagando un poco, he aprendido que las hormigas con alas no son sino una casta bien diferenciada dentro de la misma especie de hormigas (!Yo que pensaba que eran otra especie!). Son los machos cuyo único objetivo es fecundar a las reinas (Sí, reinas, en plural. Las hormigas, a diferencia de las abejas, no son 'monoteístas': varias de ellas toman el rol de reina). La misión de éstas es clara: consiste en prestar el vergel que representan sus 'úteros' para así garantizar la continuidad de la especie.
Las hormigas más visibles, las obreras, son todas hembras y su objetivo es alimentar y asegurar la manutención de sus reinas. Todas tienen una función inamovible sin preguntarse por qué lo hacen o por qué lo dejan de hacer. Cada una está programada para una función determinada y lo llevan a rajatabla. Son una sociedad cuadriculada, sí, pero si la ministra Aído pudiera, sentaría unas bases de igualdad, respeto y tolerancia que no cumplen. Nuestra sociedad es bastante diferente, pero sí se encuentran similitudes:
En cuanto a las obreras, las más numerosas, podrían ser esa gran masa de curritos; hombres y mujeres, que nos dedicamos a levantar el país de la misma manera que las audiencias de los partidos de la selección o del tan criticado 'Sálvame' (para regocijo de 'Telecirco' y sus accionistas mayoritarios).
Las reinas, podrían ser ese tipo de personas; hombres y mujeres, que se autodeterminan elegantes, pero que realmente representan una clara definición de la palabra embaucador. De diccionario. Ese tipo de gente que sabe decir la palabra justa en el momento justo. De forma sutil, muy sutil. Para así lograr sus objetivos personales y satisfacer sus necesidades. Ese tipo de seres humanos que a veces se olvidan de que el resto somos precisamente eso: seres humanos.
En cuanto a mis visitantes nocturnos; esos sementales con alas podrían ser cualquier chulo piscinas genéticamente agraciado; cruzando los dedos para que sus vástagos sólo hereden precisamente esa genética; ni más ni menos.
Sigo intrigado en por qué se autocastigan golpeándose contra cada foco de luz que ven mientras les agarro suavemente de las alas para invitarles a abandonar mi cuarto. Y sigo intrigado en por qué yo mismo me autocastigo cuando me invitan a abandonar una habitación a la que ya no tiene sentido volver.

lunes, 14 de junio de 2010

Hoy me apetece



Hoy me apetece sonreir. Sin motivo aparente. Me apetece desearle los buenos días al más gilipollas de mis vecinos de una manera que roce lo teatral. Incluso lo circense. Me apetece cruzarme por la calle con esa gente a la que siempre trato de evitar porque ya no hay nada de lo que hablar. Hoy me cruzaré de acera; no para esquivarles, sino para topármelos de bruces e irremediablamente preguntarles por sus nada apasionantes vidas. Y me apetece que hipócritamente se interesen por la mía. Me apetece creerme a pies juntillas las conclusiones que extraigo, posiblemente muy alejadas de la realidad. Y me apetece conjeturar sobre ellas. Me apetece demostrar la conjetura de Goldbach y que me recompensen con 10 millones de dólares. Me apetece aparcar mi siempre prudente modestia y ser el mejor alumno, el mejor profesor, el mejor novio, el mejor amante. Me apetece que me feliciten por ello. Que me aplaudan por mis logros.
Me apetece ser descarado y seguirte con la mirada. Me apetece perseguirte hasta el baño y cerrar la puerta por dentro. Me apetece acariciar suavemente cada centímetro de tu anatomía mientras observo como el gesto de tu cara se torna pecaminoso. Me apetece hacer que te relamas y me apetece relamerme. Me apetece enmudecerte con un beso. Que me inmunices con tu saliva. Advertirte de que pueden oirnos. Saltarte mis advertencias y que nos expulsen por escándalo público mientras el resto del mundo nos observa con una mezcla entre envidia y animadversión. Me apetece que me prohiban el acceso, por pernicioso. Que me señalen con el dedo y que cuchicheen de mi a mis espaldas.
Me apetece que llueva en Madrid torrencialmente y que me pille de imprevisto. Sin paraguas ni ropa de abrigo. Me apetece que el autobús me moje los vaqueros cuando las ruedas hacen salpicar los charcos. Calarme hasta los huesos cuando esa nube negra sacuda sin piedad las aceras de mi barrio.
Y es que hoy, no hay ni tormenta de verano, ni nube negra, ni chaparrón que se precie que me borre la sonrisa de papanatas que llevo dibujada en la cara. Sin motivo aparente. Hoy me apetece sonreir.

martes, 8 de junio de 2010

Huelga

Hoy, 8 de junio, los funcionarios de este país estaban convocados a huelga. Se manifiestan en contra de las bajadas salariales a los trabajadores del Estado anunciadas recientemente por el Gobierno socialista como medida de contención del gasto. Y es que, es comprensible en parte: a nadie le gusta que le bajen el sueldo un 5 por ciento. Pero piensen ustedes, señores funcionarios, que si trabajaran para una empresa privada es posible que no sólo hubieran visto como su sueldo habría mermado, sino que previsiblemente estarían de patitas en la calle. Es fácil darse cuenta de que aquí todo el mundo quiere ser empleado público. Es un trabajo seguro, tiene buen horario, y aunque no tiene los mejores sueldos, suele ser un trabajo cómodo. Así nos va, la productividad española es irrisoria y en parte, es porque tenemos demasiado funcionariado.
Comparemos:

España: 46 millones de habitantes. 3 millones de funcionarios
Alemania: 82 millones de habitantes. 0.8 millones de funcionarios.

Pero romperé una lanza a su favor: Yo quiero ser funcionario. Los que hemos trabajado en la empresa privada sabemos cuan satisfactorio resulta embolsarte la escandalosa cifra de 0 euros/hora extra. Quiero salir de la oficina a las 15 de la tarde y apagar mi ordenador a esa hora. ¿Qué se cae Roma? !Qué se caiga! Mañana, después del café, se levanta.
!Y también quiero secundar la huelga! Pero no la de hoy. !Quiero secundar una huelga general! Una huelga general personal. Me manifiesto en contra de los siguientes aspectos:

-No reconocer la existencia de la república independiente de mi corazón. Tiene su bandera, su himno y su letra. Incluso su propio dialecto: completamente ininteligible para su dueño.
-Seguir sintiendo por personas que, voluntaria o involuntariamente sólo me han procurado dolor.
-No sentir absolutamente nada por aquellas personas que se esfuerzan por sacar lo mejor de ellos para conmigo.
-Intentar atraer a aquellas personas a las que sé que no intereso
-Atraer a aquellas personas por las que no estoy interesado.

Hala! Me haré una pancarta. Cualquier día me veis en la Puerta del Sol...

viernes, 4 de junio de 2010

Realismo mágico.


Me estoy leyendo 'Cien años de Soledad', de Gabriel García Márquez. No es lo primero que leo de este hombre (La hojarasca, Crónica de una muerte anunciada) y, sé a ciencia cierta que es un buen libro: me lo han recomendado varias personas. Aunque no era necesario: es la tercera vez que empiezo a leérmelo; pero por unas cosas o por otras, al final jamás he concluído el árbol genealógico de la familia Buendía. Seré constante. Esta vez hasta me estoy leyendo el prólogo (Unas 100 páginas a modo de telonero. Pero son necesarias para ponerte en ambiente y para sentar unos antecedentes que debes conocer). La crítica encasilla esta obra dentro del llamado realismo mágico. Y es que, esta narración que parte de elementos realistas se interna en una descripción pormenorizadora de los hechos, los personajes y la naturaleza de América, en la que "lo real" convive con "lo mágico".
Pero no hace falta irse tan lejos para encontrar algo similar a este 'realismo mágico'. Ni siquiera hace falta abrir las páginas de un libro. Existe en el día a día, en lo cotidiano:

-Ken ya no me llama.
-Barbie, muñeca (valga la redundancia): Si Ken no te llama, es porque no le da la gana.
-Seguramente estará muy ocupado.
-Seguramente. Es posible que esté ocupado cepillándose a la Nancy, a la Bratz y a cualquier otra muñeca de la competencia que se le ponga a tiro de piedra.
-¿Por qué eres tan cruel conmigo?
-No soy cruel. Sólo REALISTA.
-Pero si no se cansaba de repetir lo guapa que era. ¿Es que acaso mentía?
-No mentía. Eres preciosa. Sécate esas lágrimas y búscate un Madelman, de esos grandotes. Esos sí que saben hacer verdadera MAGIA.